El zoólogo francés Gerald Wartraux cría cocodrilos y otros reptiles, como serpientes y lagartijas. "Así como muchas familias en el sur de Senegal tienen gallinas en sus casas para comérselas o venderlas, yo tengo cocodrilos", dice Wartraux.
Según Wartraux, el número de turistas que visitan su granja en las afueras de Zinguinchor aumentó tras la firma de un acuerdo de paz el año pasado.
Wartraux, quien vive desde hace 30 años en Senegal, dice que tiene un lazo especial con los más de 1.000 cocodrilos en la granja.
Los más jóvenes son tan pequeños que caben en su mano; los más viejos, que tienen alrededor de 30 años, pesan más de una tonelada y tienen una longitud de cuatro metros.
El zoólogo también se alimenta de los reptiles en su granja.
"Cada vez que tenemos huéspedes, sacrificamos un cocodrilo. Sabe bien cuando lo preparas con sopa", dice.
Brujería
Pero el consumo local de los productos de la granja dista mucho de ser simplemente culinario.
Wartraux vende la piel de sus cocodrilos para utilizarla en los remedios que recomiendan los curanderos tradicionales.
"La piel es utilizada para cosas como brujería y la creación de amuletos", explica.
El cuero también es utilizado para fabricar cinturones, zapatos y bolsos.
Sin embargo, la cultura local advierte que uno no debe permanecer cerca de los cocodrilos.
Si mi abuela hubiese conocido a Wartraux, lo consideraría un brujo, pues aquí se cree que los brujos que se relacionan con espíritus malignos se convierten en cocodrilos.
En su estado reptil, dice la tradición, los brujos colocan trampas mortales en los ríos para sus enemigos y vecinos.
Bebés
Mi ansiedad sube cuando veo que el zoólogo se mete en la piscina para nadar con los cocodrilos más pequeños.
Cuando tienen seis semanas, los reptiles bebés son inofensivos y tienen que permanecer en aguas más tibias.
La manutención y alimentación de tantos reptiles es costosa, y la logística puede ser una pesadilla.
Pero Wartraux confía en que la nueva paz en la región los mantendrá a él y a sus cocodrilos a flote.
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