domingo, enero 29, 2006

La oferta restringida maltrata al consumidor

La merma del poder adquisitivo propicia adquisiciones más responsables

ERNESTO J. TOVAR

EL UNIVERSAL. Según ha señalado Luis Vicente León, director de Datanálisis, durante el año 2005 el plato principal de la familia venezolana estaba formado por cuatro alimentos, a diferencia de 2004, cuando lo integraban tres rubros.

Para León "este incremento en cantidad y diversidad se debe a la recuperación económica, al incremento de la liquidez y al mayor gasto público.

No pareciera responder a la aplicación de una política alimentaria bien coordinada".

Para Silvana Dakduk, psicóloga social y miembro del Centro de Investigación y Formación Humanística (CIFH) de la Universidad Católica Andrés Bello, y especialista en conductas de consumo, precisamente la compra compulsiva de artículos, bienes y servicios, en épocas de bonanza económica, fue un rasgo característico del venezolano.

Sin embargo, Dakduk explica que la conducta consumidora ha dado un giro hacia una postura más responsable al momento de gastar o invertir su dinero, buscando mayores rebajas.

Por otra parte, la economía venezolana ha sufrido la desaparición de muchos productos de la canasta básica.

Según gremios como Fedeagro y Confagan, las distorsiones de las cadenas productivas o de comercialización han propiciado esta situación.

Frustración y maltrato

Silvana Dakduk considera que la restricción en la oferta de consumo y la mencionada disminución del poder adquisitivo se han combinado para que se produzca una tendencia hacia planificar las compras, tanto por la insuficiencia del presupuesto como por el simple hecho de que algunos productos no están disponibles para los compradores.

"Existen cambios en dos dimensiones del consumo.

La primera modificación se refiere a la conducta en sí, que dejó de ser impulsiva para transformarse en una más responsable.

El segundo cambio operó en cómo se efectúa la compra, que ahora se planifica con antelación, consultando al grupo familiar y buscando ofertas que permitan rendir el presupuesto".

Esta nueva visión ante la realidad económica condiciona la actitud y el comportamiento de los consumidores.

Dakduk señala que "el venezolano percibe al pasado en términos positivos, siempre mejor que el presente".

Frente a este pesimismo, ocasionado por su limitado bolsillo, y por el disminuido mercado que ofrece muy pocos productos, el consumidor se siente "frustrado, con un sentimiento de maltrato y privación, que ha sumido en una gran intolerancia ante la cotidianidad a muchas personas".

La investigadora del Centro de Formación Humanística de la UCAB también destacó una característica del consumo en Venezuela.

"En medio de la depresión económica, lo normal es que no se abandonen las categorías de consumo (los distintos tipos de artículos), sino que se adquieran productos del mismo tipo pero de menor calidad, tamaño o cantidad".

En última instancia, el abandono se produce sobre los gastos de diversión, entretenimiento o lujos.

No obstante, estos sacrificios pesan sobre el semblante de la población, que manifiesta aprensión ante los gastos, en un permanente avalúo del costo de oportunidad.

Informalidad legitimada

Según Dakduk, la opción del comercio informal se ha consolidado como una seria alternativa económica para el consumidor, que tendría una oferta supuestamente menos costosa que la que representan los establecimientos formales.

Adicionalmente, existe un beneficio que solapadamente se obtiene de la informalidad, que es la comodidad y disponibilidad permanente.

Dakduk afirma que dentro de las restricciones al consumo, "hay momentos en los que se desbordan los gastos, para luego caer de nuevo en el ciclo del control y una culpa ante posibles eventualidades económicas personales".

La previsión y el ahorro son importantes para cualquier economía, y para los venezolanos, son ahora una forma de rendir su dinero y afrontar las eventualidades, mientras intentan cubrir todas sus necesidades diarias.

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