Un nuevo medicamento basado en una planta utilizada por los médicos chinos desde hace más de 2.000 años logra resultados extraordinarios en brote de paludismo.
La malaria arrasó con la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal en 2000, afectando a 42.000 personas y matando a 340, el mayor número de víctimas en décadas.
Los medicamentos tradicionales ya no funcionaban. Entonces las autoridades locales de salud intentaron algo nuevo: rociaron las chozas con el pesticida DDT, y también comenzaron a distribuir un nuevo medicamento basado en una planta utilizada por los médicos chinos desde hace más de 2.000 años: la Artemisia annua.
Este doble esfuerzo tuvo un efecto drástico. En apenas tres años, las infecciones y muertes asociadas a la malaria cayeron un 97%. Una zona del distrito de la región ahorró US $200.000 en un período de un año, ya que sus clínicas y hospitales trataron a menos pacientes con malaria.
El éxito de KwaZulu-Natal en virtualmente eliminar la malaria de un área de aproximadamente 93.000 kilómetros cuadrados, es el primer ejemplo de cómo el medicamento conocido como artemisinin, puede ayudar a derrotar el mortal parásito en África. Sugiere que, por primera vez en décadas, África tiene la verdadera oportunidad de combatir la enfermedad.
Los detalles del proyecto sudafricano fueron publicados en la Biblioteca Pública de Ciencias (Public Library of Science), un diario científico en línea. “Es una guía para el trabajo que otros están intentando llevar a cabo”, dijo Karen Barnes, principal autora del informe y profesora en la Universidad de Ciudad del Cabo en Sudáfrica, quien supervisó el proyecto de KwaZulu-Natal. Piero Olliaro, experto de la Organización Mundial de la Salud en malaria agrega que “esto es importante porque la gente quiere evidencias provenientes de zonas rurales de África” de que los fármacos basados en el artemisinin funcionarán.
Al conseguir vencer la malaria, Barnes y sus colegas sudafricanos desafiaron todas las probabilidades en su contra. Los reguladores de Sudáfrica y doctores locales tuvieron que ser persuadidos de adoptar rápidamente un nuevo régimen.
Barnes recuerda que ella y varios representantes de la organización Médicos Sin Fronteras viajaron a Basilea, Suiza, y convencieron a Novartis AG para bajar el precio de su fármaco basado en el artemisinin, de US$10 por tratamiento, a US$4. “Tuvimos que luchar por todo”, dice Barnes.
La malaria ha vuelto a brotar en África y grandes áreas de Asia.
Un estudio reciente en la publicación Nature calculó que en 2003 había 500 millones de casos del peor tipo de malaria, casi un 50% más que las cifras ofrecidas por la OMS, que se citan comúnmente.
Cada año, la enfermedad acaba con la vida de cerca de un millón de personas, en su mayoría niños africanos.