La FDA reconoce que los niños que toman Ritalín y drogas similares padecen supresión del apetito, dolores de cabeza, dolores abdominales y problemas del sueño. Como resultado también tienden a pesar menos y a tener menor estatura
La Teoría Sistémica establece que todo incremento de entropía en un sistema viviente tiene como desenlace el cáncer (1).
Esto ocurre cuando se llega a un desorden crítico en el sistema.
La razón se debe al colapso de la Inteligencia Biológica reguladora, lo cual predispone al caos.
A la entropía crítica debemos que una de cada cuatro personas en el mundo muera de cáncer –estadísticas del Nacional Cancer Institute de los EEUU.
Lo anterior es una ley natural, válida para cualquier sistema, la cual se ha extrapolado al campo de la medicina. Incluso se puede observar en los sistemas sociales, en los cuales al colapsar la inteligencia reguladora –por ejemplo el gobierno y sus instituciones- se desarrolla el caos.
Por cierto, hago alusión a los gobiernos en general, y no al caso específico de Venezuela.
La sistémica también establece que todos los medicamentos que afectan la inteligencia biológica predisponen al cáncer.
Ejemplos de ello son la multiplicidad de enfermedades que comienzan como patologías crónicas degenerativas que terminan en cáncer (1).
Y hablando de drogas que predispone al cáncer –según la Teoría Sistémica-, tenemos la especie de cocaína pediátrica, Ritalín, pues aumenta la entropía.
Esto parece ser corroborado por un estudio independiente, que determinó daño en los cromosomas de 12 niños que habían consumido el Ritalín, durante tres meses (2, 3) y en consecuencia, la FDA asume la posibilidad de que esta droga pueda desencadenar el cáncer.
Es grave que en un país como los EEUU se estén realizando 29 millones de prescripciones de Ritalín al año (3), pues esto realmente pone en peligro la futura generación, además de representar una especie de genocidio infantil.
Vale destacar que esta droga y otras homólogas como por ejemplo, Concerta, también predisponen problemas cardíacos, alucinaciones, tendencias suicidas, comportamiento sicótico y agresión. Al punto de que la FDA quien lamentablemente no termina de prohibirlas por la macabra influencia de ‘Big Pharma’, ha decidido colocar las advertencias en las etiquetas, en un lenguaje comprensible al laico.
La FDA reconoce que los niños que toman Ritalín, Concerta y drogas similares padecen la supresión del apetito, dolores de cabeza, dolores abdominales y problemas del sueño. También tienden a pesar menos y a tener menor estatura como resultado.
En este punto vale apoyar la labor del ‘Citizens Comisión for Human Rights’ –CCHR (4)- institución que desde los Años 80 viene exponiendo los peligros de estos estimulantes, prescritos para tratar la seudo enfermedad ‘Déficit de Atención e Hiperactividad’, con el objeto de colocar la droga masivamente en los colegios del mundo.
No es que no existan ciertas alteraciones neurológicas excepcionales en uno de cada 100 mil niños, pero intentar diagnosticar al 20% de nuestra población infantil con esta ‘enfermedad’ es criminal.
Según CCHR (4), un grupo de psiquiatras, vendidos a ‘Big Pharma’ han promovido el concepto de ‘desbalance bioquímico’ para prescribir dichas drogas, 1 billón de dólares, a más de 8 millones de niños, a pesar de que no existen pruebas médicas ni científicas de que tal teoría sea cierta.
Médicos expertos en el tema afirman que no hay evidencia de que tal ‘enfermedad’ exista, y que la prescripción a niños de estimulantes homólogos a la cocaína, es abuso infantil, y una clara violación a los derechos humanos.
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