El perro constituye gran apoyo en las diferentes facetas de la vida del hombre. Estamos habituados a verlo paseando por las ciudades en compañía de las familias o propietarios, en el campo guardando una finca, ayudando en el pastoreo con el ganado y también acompañando a invidentes en núcleos urbanos.
Además, el perro, por sus aptitudes, cumple otras funciones igual de importantes en nuestra sociedad. Puede salvar vidas humanas y evitar catástrofes colaborando con los diferentes cuerpos de seguridad: policía, bomberos, protección civil, etc.
Hay perros policía, de avalancha, de salvamento de montaña o en el agua, rastreadores en desastres naturales, entrenados en la búsqueda de estupefacientes y, ahora, gracias a asociaciones particulares y organizaciones, hay perros que ayudan en terapias especiales. Incluso hay asociaciones, como la organización _Regálame una Sonrisa_, que practica programas de actividades asistidas por animales en institutos de salud y centros educativos.
Psicólogos, psiquiatras y estudiosos del comportamiento humano, tras numerosos estudios realizados en el campo de las terapias con animales, han llegado a la conclusión de que la relación del hombre con los animales de compañía tiene efectos muy positivos y beneficiosos. En algunos casos, ha sido imprescindible la presencia de estos animales para obtener algún resultado positivo. Tan sólo personas muy cualificadas y estrechamente relacionadas con los animales hacen posible estos programas y las investigaciones en este campo. Los animales se utilizan en terapias para individuos autistas, paralíticos cerebrales, enfermos terminales, personas con enfermedades mentales, en trastornos del comportamiento, en personas deprimidas o en víctimas de la violencia. En países pioneros en este campo se han desarrollado programas de animales de soporte para personas sordas, epilépticas, inválidas y, por supuesto, invidentes.