Una vida saludable solo es posible con la justa combinación de bienestar físico y mental. En el marco de la salud mental, encontramos que la fuerza de voluntad es fundamental para el progreso corporal y emocional del ser humano. En definitiva, la fuerza de voluntad es como un músculo, que mejora en la medida que se ejercita. Para ello, es preciso tener en cuenta las necesidades fisiológicas del cerebro y algunos principios psicológicos.
Cuando el cerebro tiene todo lo que necesita para funcionar bien, la mente está preparada para tomar decisiones. Si el cerebro funciona adecuadamente, significa que cuenta con suficiente oxígeno y glucosa, el reposo adecuado y la sangre está limpia de toxinas.
Aparte de tales consideraciones, debes tener en cuenta que la alimentación es fundamental. Además de la calidad de la comida, su cantidad también afecta al estado de ánimo, el rendimiento intelectual y la fuerza de voluntad.
Las comidas abundantes, especialmente si proceden de alimentos de origen animal con grasas saturadas, disminuyen el riego sanguíneo cerebral. Así, disminuye también la capacidad de atención y concentración, llegando a la somnolencia y, por ende, baja la fuerza de voluntad necesaria para el desarrollo de las facultades mentales.
En este punto juegan un papel fundamental los hábitos saludables, aunque para adquirirlos es necesario el conocimiento, la información y una buena motivación. Las motivaciones son palancas poderosas que ponen a andar la mente y la conducta. Cada persona encontrará las propias, pero las principales y comunes a casi todos los seres humanos son la familia, la salud, el espíritu y el medio ambiente.
Así, la atención adecuada de las necesidades del cerebro más la correcta alimentación y las motivaciones vitales hacen que la fuerza de voluntad se transforme en una herramienta poderosa para el bienestar general del ser humano y la obtención de una completa buena salud.
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