¿Sientes que estás terriblemente agotado y no podrás trabajar ni un segundo más? ¿Estás la mayor parte del tiempo irritado? Quizás estés sufriendo Síndrome de Burn Out, conocido también como Síndrome de “estar quemado”, un tipo de estrés crónico consecuencia de condiciones estresantes del trabajo.
Este síndrome que se da principalmente en profesionales con altos niveles de contacto personal, tales como salud y enseñanza. Este tipo de estrés es provocado por el entorno laboral y condiciones hostiles de trabajo.
Según el psicólogo Agustín Bergeret, este síndrome tiene tres aspectos que lo caracterizan.
Agotamiento emocional: sensación de no poder dar más de sí, haber llegado al límite de sus posibilidades.
Despersonalización: la persona se distancia de su trabajo y de todo lo que lo relaciona al mismo. Con frecuencia trata a quienes le prestan sus servicios con indiferencia, de modo impersonal, y a menudo con estilo irónico o cínico.
Reducida realización personal: las actividades que realiza en su trabajo pierden el sentido que tenían para la persona y aparecen sentimientos de insatisfacción y fracaso profesional.
Esta severa patología tiene síntomas específicos que conviene saber para buscar la ayuda médica necesaria. Psicosomáticos: fatiga crónica, trastornos del sueño, úlceras, desórdenes gástricos, tensión muscular, dolores de cabeza. Conductuales: ausentimismo laboral, adicciones al tabaco, alcohol y drogas, tendencia al aislamiento, siente que no puede controlar la situación. Emocionales: irritabilidad, incapacidad de concentración o de relajarse, distanciamiento afectivo, inseguridad, resiente la autoestima, agresividad. Laborales: menor capacidad de trabajo, acciones hostiles, conflictos, se siente desbordado y abatido por los problemas que le genera el entorno.
Si percibes que varios de estos signos van ganando tu vida, deberías consultar al médico. Pero puede ser diagnosticada por cuadros depresivos o ansiosos.
Para prevenir el Síndrome de Burn Out, busca enfrentar el trabajo siempre de forma positiva, y realiza un autoexamen sobre las fuentes de estrés del trabajo. Analiza las tareas y situaciones problemáticas con otros que les pase lo mismo. Cambia aquellas estrategias que no son eficaces en el trato con las personas y en la forma de realizar el trabajo. Fomenta sistemas de trabajo en equipo. Mantén hábitos saludables que sostengan una buena calidad de vida (alimentación, sueño, ejercicio, actividades sociales y familiares) y separa la vida personal y familiar de la laboral. Realiza cambios en la distribución del tiempo sueño-trabajo-esparcimiento. Trabaja el manejo del tiempo, desconectando con pequeños descansos a lo largo del día. Además, practica técnicas de relajación diariamente.
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