Es una creencia común (creo que en parte derivada de algún estudio científico particular) que la depresión es una cuestión de genes. Bien, a pequeña escala es fácil comprobarlo, y si me pongo a pensar varias de las personas que conozco con cierta tendencia a la depresión tiene al menos uno de sus padres con facilidad a deprimirse.
Pero no, las cosas no funcionan del todo así. Aparentemente la depresión no es una cuestión de genes, y ésta se relaciona más directamente con el estilo de vida que llevamos y las situaciones de presión y exigencia que la vida nos impone, según han comprobado un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos.
Analizando casi 15000 historiales clínicos de varios pacientes, los investigadores comprobaron que los genes no determinan necesariamente que las personas sean depresivas, y la relación está más directamente expresada por el tipo de vida que éstas llevan.
Así, si tus padres tienen tendencia depresiva, no debes preocuparte del todo por si sus genes depresivos inciden en ello. Preocúpate mejor por el estilo de vida que llevas, pues él determinará con mayor exactitud si eres proclive a la depresión o no.
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