A través del sudor se pierde agua y sales minerales pero no grasa, por lo que sudar no es lo mismo que adelgazar, de hecho, el peso vuelve a su valor inicial una vez que el deportista se rehidrata y recupera el líquido que ha perdido
El sobrepeso y la obesidad son consecuencia de un exceso de grasa. Para eliminarla es necesario disminuir la cantidad de calorías que aporta la dieta y aumentar el gasto, es decir, realizar ejercicio físico.
El sudor y la pérdida de peso
Son muchos los deportistas que necesitan perder peso antes de una competición.
Por ejemplo, los judokas y los boxeadores han de subir a la báscula antes de competir, ya que las categorías en estas disciplinas se establecen en función del peso.
Es común que estos deportistas pasen por la sauna antes de la pesada para poder dar el peso adecuado en el último momento.
No obstante, aunque al sudar se pierde peso, puesto que se pierde agua, no se adelgaza ya que no se elimina grasa.
De hecho, el peso vuelve a su valor inicial una vez que el deportista se rehidrata y recupera el líquido que ha perdido en la sauna.
El mejor ejercicio para perder grasa
Durante la práctica de ejercicio el organismo obtiene energía de los hidratos de carbono o de las grasas, dependiendo del tipo de deporte que se realice y de la intensidad del mismo.
Si se quiere adelgazar, el objetivo es perder grasa, por lo que resulta interesante saber cuáles son los deportes más útiles para lograr este fin.
Los ejercicios de intensidad baja o moderada que se realizan durante un periodo de tiempo prolongado (aeróbic, andar a paso ligero, trotar, el esquí de fondo, nadar, el ciclismo de fondo, bailar ...) reciben el nombre de deportes aeróbicos y durante su realización los músculos obtienen energía principalmente a partir de las reservas de grasa.
De este modo se contribuye a reducir la grasa corporal, por lo que junto a una dieta adecuada para perder peso, se pueden obtener resultados muy satisfactorios.
La dieta, pilar fundamental
A la hora de perder peso el ejercicio es importante, si bien su función es la de complementar la dieta.
Si se realiza ejercicio pero no se cuida la alimentación, los objetivos de reducción de peso no se van a conseguir o se darán más lentamente.
Es importante llevar a cabo una dieta individualizada elaborada por un experto en nutrición, aunque de modo general se pueden dar las siguientes recomendaciones:
- Limitar la presencia de alimentos ricos en grasa.
Se recomiendan por tanto los lácteos semidesnatados o desnatados, el pescado, preparaciones sencillas con huevo y las carnes menos grasas como lomo, magro y solomillo de cerdo o ternera, filete y solomillo de ternera, pierna de cordero, aves sin piel y conejo.
También se aconseja limitar las salsas más grasientas; es decir, las que se elaboran con yemas o nata, la mayonesa, las que llevan quesos semicurados y curados, así como las frituras y los productos de pastelería y bollería.
- Vigilar la presencia de alimentos ricos en hidratos de carbono simples, conocidos popularmente como azúcares, y no abusar de ellos.
Algunos de estos alimentos son el azúcar, la miel, la mermelada, los zumos y bebidas azucaradas en general, las golosinas, etc.
- Conviene aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra como verduras y hortalizas, legumbres, frutas y cereales integrales, ya que poseen un alto poder saciante.
- Resulta útil fraccionar la alimentación en varias tomas al día para evitar picar entre horas, ya que de este modo el estómago tiene la sensación de que nunca está vacío.
- Evitar alimentos con un alto contenido en calorías pero con un aporte insignificante de nutrientes como por ejemplo snacks, refrescos, bebidas alcohólicas...
- Cocinar más a menudo con técnicas que no añadan exceso de grasa al alimento como horno, plancha, cocción en agua, rehogados con poco aceite o incluso guisos y estofados elaborados con verduras y con pescado o con carnes poco grasientas y con cantidades limitadas de aceite.
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