La alergia a algún alimento es bastante usual. Sin embargo hay técnicas para prevenirla.
La mejor estrategia, o al menos la principal, es retardar en los lactantes recién nacidos la exposición a aquellos alimentos que pueden ser potencialmente alergénicos. Tal precaución se debe, a que los lactantes recién nacidos pueden ser más susceptibles a una sensibilización por los alimentos, que los lactantes ya mayores.
Durante los primeros cuatro o seis meses, por lo menos, lo recomendable es una alimentación basada en la lactancia del seno materno. En el caso de aquellos lactantes que no son alimentados por el seno materno (o sí lo son, pero necesitan un suplemento para la leche materna), lo mejor es utilizar fórmulas de hidrolizados de proteínas, como por ejemplo el Nutramigen o el Alimentum y no fórmulas con base de soja o leche, ya que se ha comprobado que los hidrolizados del primer tipo (los de proteínas) son menos sensibilizantes.
Recién después de los seis meses de edad, puede comenzarse a dar alimentos sólidos y cuando los lactantes ya tienen entre seis a doce meses, pueden incorporarse a sus dietas las verduras, el arroz, la carne y las frutas. Es muy importante ir agregando los alimentos de a uno, sin mezclar de modo que los padres o los encargados de cuidar al niño, puedan identificar los alimentos capaces de causar un reacción alérgica y eliminarle.
Una vez que el niño ya ha cumplido un año de edad, puede agregarse a su alimentación la leche, el trigo, el maíz, los cítricos, y la soja. Siempre cada dos semanas o cada mes. Los huevos, cacahuates y pescados, quedan reservados para la etapa en que el niño ya ha cumplido sus dos añitos.
El régimen es simple, no muy complicado de aplicar y seguir y ha demostrado ser útil para reducir o retardar la alergia a los alimentos y el eczema (o dermatitis por contacto, aquellas afecciones de la piel en las que la lesión fundamental es una erupción cutánea superficial) en lactantes de padres alérgicos.
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