jueves, agosto 20, 2009

Los móviles biológicos de las conductas hostiles



Si hablamos de adolescencia, la imagen de un chico malhumorado dando un portazo y encerrándose en su cuarto se ha convertido en un cliché. A pesar de que tiende a hiperbolizarse la faceta agresiva y antisocial de la adolescencia con un exceso desmesurado, hay que reconocer que durante esta etapa de la vida la agresividad puede transformarse en una constante.

Incentivados por esta realidad, un conjunto de investigadores del Instituto de Psiquiatría de Londres ha analizado una base de datos de personas neozelandesas, analizando sus conductas agresivas a lo largo de sus vidas a partir de su primer día de vida.

En base a estos datos se estudió pormenorizadamente a estos individuos, logrando concluir que es la ausencia de un gen (o su baja actividad) es en gran parte responsable de la presencia de trastornos de conducta vinculados a la agresividad en las personas.

Hablo de la sustancia que se conoce por el nombre de MAOA, la cual si se presenta en baja proporción o con una actividad reducida podría hacer a las personas proclives a desarrollar trastornos agresivos de conducta, posibilidad que se vería acrecentada en casos de individuos que sufrieron abusos en la infancia.

Si bien, tal como señalaba en el primer párrafo, las actitudes antisociales y agresivas de los tienden a destacarse desproporcionadamente en relación a sus demás manifestaciones, con descubrimientos de este tipo las conductas hostiles de la adolescencia podrían tratarse de manera más específica, sabiendo que en muchos casos éstas responden no sólo a motivos vinculados a la edad, sino que también a factores biológicos.


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