A algunas personas la comida chatarra les parece un verdadero asco. No es mi caso, a mí sí me gusta la comida chatarra, pero nunca abuso de ella, ni siquiera la como con frecuencia. Sin embargo, como toda comida, ésta tiene variaciones en la población, y algunos la prefieren antes que un buen trozo de carne al horno, mientras que otros la tienen en el último lugar de su lista de preferencias.
Alguna cuestión genética podría estar detrás de todo este asunto, según han informado científicos de la Universidad escocesa de Dundee liderados por Colin Palmer, quienes explican este hecho relacionándolo con un factor genético, el cual se manifiesta en la variación de un gen.
Para averiguar si esto se traducía a la realidad, los investigadores tomaron como referencias un grupo de 100 niños de entre cuatro y diez años. Teniendo en cuenta si poseían la variación genética o no, los científicos les ofrecieron varios tipos de alimentos. Curiosamente, aquellos que poseían la variante del gen solían escoger instintivamente alimentos con más azúcar y grasa en relación a comidas sanas.
Hablamos del gen FTO, cuya variante genética está presente en un 63% de la población. Un dato de esta magnitud puede ser muy importante y digno de ser tomado en cuenta por nutricionistas, quienes sabiendo esto cuentan con una materia prima para elaborar programas nutricionales personalizados.
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