Alimentación o nutrición son, apenas se piensa en ellos, sinónimos de sobrepeso, dieta, anorexia, alimentación sana o alguna palabra vinculada a la salud corporal (más allá de su connotación negativa o positiva).
Pero la alimentación no sólo repercute en nuestro organismo, sino que también lo hace en nuestra mente ¡y de qué manera!, pues una alimentación adecuada con las necesidades de nuestro cerebro puede incidir positivamente en, por ejemplo, nuestra inteligencia o nuestra memoria.
Es así como es importante agregar alimentos a nuestra dieta que contemplen las necesidades de nuestro cerebro. Algunos de estos alimentos son el pescado azul, las frutas y frutos secos, el aceite de soya y de oliva y las verduras. Respecto a los carbohidratos podemos insumirlos del almidón de las pastas o del pan, o simplemente de dulces.
Contrariamente con la alimentación para nuestro cuerpo, la alimentación para nuestra mente requiere que las carnes no sean consumidas con alta frecuencia, sino que se insuman con moderación.
Fijémonos en la importancia de una dieta que contemple las necesidades de nuestra mente: se cree que el seguir una dieta de este tipo puede contribuir a evitar el mal de Alzheimer, problemas cardiovasculares y hasta el cáncer.
Podemos ver que la mente y el cuerpo son dos esferas en lo absoluto disociadas, sino que conviven en simbiosis, y el cuidar a una no implica desatender la otra. La alimentación dirigida al cuidado de nuestro cuerpo físico puede contribuir a la mejora de nuestra mente, y viceversa. Así que ya sabes, cuídate, pero no olvides cuidar tu mente.
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