lunes, agosto 08, 2005

Una mujer latina y su batalla con hepatitis C

vive en Miami, Florida.

Yo creo en hacer lo que sea para ayudar a la gente. Por eso me convertí en asistente médico; y por ese me convertí en madre. Siempre he estado tan ocupada ayudando a otras personas que nunca me imaginé que un día yo sería la que pidiera ayuda.

Mi nombre es Blanca Trasobares y aunque es probable que haya tenido hepatitis C por los últimos 25 años, yo no lo sabía hasta que doné sangre hace 6 años y me informaron que debía hacerme un examen para el virus. Yo me quedé absolutamente sorprendida. Yo no tenía ninguno de los factores de riesgo como haber obtenido una transfusión de sangre antes de 1990 o haber usado drogas intravenosas. El primer doctor que vio me dijo que sin un trasplante de hígado, ¡sólo tendría 6 meses de vida! Mi esposo y yo estábamos más que tristes. Yo solo tenía 36 años de edad. Mi hija solo tenía seis años.

Con suerte, un amigo que había sido tratado contra la hepatitis C me refirió a un muy conocido y respetado hepatólogo en Miami, donde yo vivo. Al principio, mi doctor me observó sin tratamiento. Yo deseaba, como muchas otras personas, que el mal desaparecería sólo porque yo no me sentía enferma. Pero después de un año, el virus continuó dañando mi hígado. Dejándolo sin tratamiento, pudo haberme matado. Entonces mi doctor decidió tratarme con una combinación de Peg-Intron y Ribavirin, dos drogas que ayudan a levantar las defensas naturales del cuerpo.

No fue fácil. Tenía que darme una inyección una vez a la semana y tomar pastillas todos los días. Pero la peor parte fueron los efectos secundarios – temblor, náusea, pérdida de peso, fatiga constante, y hasta perder un poco de mi cabello. Para mucha gente los efectos secundarios son muy terribles de soportar y desafortunadamente dejan el tratamiento antes de terminar, pero yo estaba decidida.

Entré a un grupo de apoyo llamado Be in Charge, que me dio la oportunidad de hablar con una enfermera especializada en hepatitis C a cualquier hora que yo quisiera – 24 horas al día, siete días a la semana. Estas enfermeras saben lo duro que es el tratamiento para la hepatitis C y como pueden ayudar a las personas mientras pasan por él. Yo comencé mi tratamiento en noviembre del 2000 y lo mantuve por un año. Si no hubiera sido también por el apoyo de mi esposo, mi familia y amigos, no sé como lo hubiera soportado.

En el 2002 el trabajo duro resultó. Los exámenes mostraron que había obtenido una respuesta viral sostenible; lo que significaba que el virus de hepatitis C ya no era detectable en mi sangre. Esto era una noticia maravillosa. La hepatitis C ya no era una amenaza para mi felicidad, mi vida o mi futuro, pero no hubiera podido haberlo logrado sola. Nadie puede. La hepatitis C es una enfermedad que debe ser tratada con la ayuda de un buen médico, la medicación correcta y un fuerte sistema de apoyo.

La hepatitis C es más prevalente en los hispanos que entre otros grupos y puedes tenerlo por años, como yo, y no saberlo. Puede que nunca sepa como contraje Hepatitis C, pero es muy posible que fui infectada cuando era solo una niña durante una visita al dentista en la República Dominicana. Uno nunca sabe cuando su pasado lo va a alcanzar, por eso recomiendo a todas las personas que se hagan la prueba de Hepatitis C y busquen ayuda. Es una batalla que se puede vencer, pero no sin ayuda.

vive en Miami, Florida. Las enfermeras de “Be in Charge Support Program” pueden ser contactadas llamando al 1888-HEP-2608 y están disponibles para cualquiera que haya sido diagnosticado con Hepatitis C. Mañana martes, la ‘Latino Organization for Liver Awareness’ patrocinará una marcha al City Hall en Nueva York.