martes, julio 12, 2011

10 minutos diarios que cambiarán tu vida



Recibimos todo el tiempo y en todas partes consejos sobre las diferentes maneras en que podemos estirar y relajar nuestros músculos, así como sobre los beneficios que eso provoca en nuestro organismo. Solemos aplicar estos ejercicios antes de hacer deportes, dormir, dar un discurso, cantar, o después de estar mucho rato en la misma posición.

Pero hay una serie de ejercicios que deberíamos hacer todos los días para relajarnos, cuidar nuestros músculos y huesos y mantener una mejor calidad de vida. Te recomiendo que los realices al levantarte o al acostarte, ¡o en ambas! Debes hacer cada ejercicio entre 10 y 12 segundos. No te llevarán más de 10 minutos.

1. Ponte de pie, con las piernas un poco separadas, los hombros en línea con las clavículas y la espalda derecha (sin encorvarla ni hacia adelante ni hacia atrás). Toca tu pecho con el mentón, con la mandíbula relajada y respirando lento y con calma, siempre llenando la panza de aire, y nunca el pecho. Aplica esta en todos los ejercicios siguientes.

2. Vuelve a mirar hacia adelante y luego lleva la cabeza hacia tu hombro derecho, siempre mirando hacia adelante, como si quisieras tocarlo con tu oreja. Hazlo frente al espejo y fíjate que la oreja no quede “escondida” por la cabeza. Repite la operación hacia el lado izquierdo.

3. Repite el paso anterior, pero ahora girando levemente la cabeza hacia abajo, como si quisieras mirarte el pie (ahora tu oreja sí quedará oculta).

4. Ponte de pie frente a una puerta abierta. Forma un ángulo recto con tu brazo y antebrazo (como si fueras a saludar con la mano), de manera tal que el codo quede a la altura del hombro, y que éste quede alineado con la clavícula. Ubícate de manera tal que tu antebrazo (desde tu codo hacia tu mano) quede apoyado en el marco de la puerta, y da un paso hacia adelante, manteniendo el pecho derecho hacia el frente. Debes sentir que se estira tu pectoral. Repite la operación con el otro brazo.

5. Busca una superficie que esté a la altura de tu pecho (o un poco más abajo) de donde puedas agarrarte (un mueble, una ventana, etcétera). Ponte de pie frente a ella, estira los brazos hacia arriba y baja tu tronco de a poco (sin moverte de la cintura hacia abajo) con la espalda derecha como si fuera una tabla, hasta que tus manos alcancen la superficie que elegiste. Sujétate de ella y tira hacia atrás como si quisieras sentarte, pero sin separar nunca las manos de la superficie. Es importante que siempre tengas la espalda derecha y la cabeza caída entre los hombros, con el cuello completamente flojo.

6. Sujeta con las manos una barra o cualquier superficie alta que te permita quedar suspendido y derecho en posición vertical, sin tocar el suelo con los pies. Relájate por completo y respira con la mayor profundidad que pueda. ¡Esto es excelente para tu columna!

Y si puedes pedirle a alguien que te haga unos 5 o 10 minutos de masajes (aunque luego te pida que le devuelvas el favor), ¡tanto mejor!


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