domingo, octubre 24, 2010

Sé sincero: mentir hace mal a la salud



Mamá ya nos repetía cuando éramos niños: “las mentiras tienen patas cortas”. Ahora, encontrándonos con este artículo, podremos agregar que las mentiras no sólo tienen patas cortas sino que además hacen mal a la salud.

Cuando mentimos, estamos inventando una historia que escapa a la realidad. En otras palabras, armar una mentira cuesta mucho más esfuerzo que confesar la pura verdad y si a ello le agregamos que queremos que la farsa permanezca durante el mayor tiempo posible, debemos esforzarnos aun más para que nadie lo descubra. Ante este panorama, entonces, no caben dudas que mentir genera un estado de estrés perjudicial para la salud.

El proceso de crear una mentira, intentar que los demás nos crean, sumado al peso de la culpa que sentimos en nuestra conciencia por faltar a la verdad, genera todo un problema de en el organismo y estimula la producción de hormonas negativas como, por ejemplo, el cortisol. Esta es una de las hormonas que causa el estrés, un gran enemigo que atenta contra nuestra salud y calidad de vida.

De todos modos, el estrés no es la única consecuencia negativa de mentir, dado que ser mentirosos también puede causar otros problemas de salud como las úlceras. Por supuesto, no debemos olvidarnos de las malas consecuencias sociales de la mentira: una vez que descubren que hemos faltado a la verdad, seguramente tengamos problemas con la persona a quien hemos engañado. Esto puede causar dificultades en el relacionamiento con nuestra familia, peleas de pareja o el despido en nuestro trabajo.

¿Has visto lo malo que es mentir? Siéntete mejor contigo mismo y sé sincero. Mentir no te llevará a ninguna parte.


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