miércoles, septiembre 09, 2009

La dieta que sigas debe ser acorde a tu edad



Cada etapa de la vida genera necesidades nutricionales diferentes para poder prevenir y combatir las distintas enfermedades a las que tengamos que hacerle frente. Seguir una dieta saludable no quiere decir tener que seguir una dieta monótona, sino que hay que atender a los diferentes momentos por los que pasa nuestro cuerpo para dar con la dieta necesaria.

Como es sabido cuando somos bebés lo necesario para nuestro cuerpo es la leche materna, pero superada esa etapa, pasados los seis meses de edad, van a agregarse a nuestra alimentación sólidos.

En la etapa escolar hay que ingerir como mínimo cuatro comidas al día, ricas en frutas y verduras crudas. Esto es fundamental porque va a estar determinando los hábitos que vamos a seguir durante toda la vida. Es en la adolescencia (tal vez antes) cuando la comida chatarra ingresa a nuestras opciones, por ello es más importante que nunca hacer actividad física, y obligarnos a incluir en nuestra dietas lácteos y frutas.

Desde los 20 y hasta los 35 años aproximadamente, se produce la independencia de la familia, lo que genera grandes desórdenes en nuestra dieta. Y justamente coincide con la etapa en la que las mujeres suelen quedar embarazadas, es por ello que se hace necesario planificar, de modo que en la dieta no falten: frutas, verduras, ni grasas de buena calidad. Pasada esta etapa desde los 35 y los 45 volvemos a sufrir grandes cambios hormonales, por lo que se hace necesario que incluyamos sí o sí en nuestras dietas antioxidantes.

Estando ya en la andropausia y la menopausia, es necesario ingerir calcio a través de productos lácteos desnatados, porque en esta etapa nuestro organismo no necesita de grasas. No pueden faltar en nuestra dieta las frutas, verduras, los pescados, los aceites vegetales, los frutos secos y las fibras (estas últimas necesarias para combatir el estreñimiento que se presenta a los 50 años).

Cada etapa de la vida necesita de una dieta diferente y para eso es bueno estar atento a las demandas de nuestro organismo.


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