martes, mayo 23, 2006

Toxoplasmosis, un riesgo para tu bebé

Una de las advertencias más comunes a una mujer que se encuentra embarazada es que se mantenga alejada de los gatos. El motivo de esta recomendación es la toxoplasmosis, una enfermedad transmitida por estos animales al ser humano, y que al ser contraída por una mujer embarazada, pone en peligro la salud de su futuro bebé.



La toxoplasmosis es una de las infecciones más comunes del mundo, y en la mayoría de los casos pasa desapercibida ya que los síntomas, cuando se dan, tienden a asemejarse a los de la gripe.

Además, si bien el parásito permanece dentro del cuerpo por tiempo indefinido, generalmente no produce daños y se mantiene inactivo a menos que el sistema inmune del portador no funcione correctamente.

El problema de esta enfermedad se plantea durante el embarazo, porque el parásito puede atravesar la barrera placentaria y afectar al feto, provocando graves problemas cerebrales.

Cuando una mujer desarrolla la inmunidad a la infección entre seis y nueve meses antes de quedar embarazada, es muy raro que exista peligro de que transmita la infección a su bebé.

Afortunadamente una mujer embarazada puede tomar una serie de precauciones sencillas que pueden reducir las probabilidades de que se infecte.

Toda mujer que puede quedar embarazada debe seguir estas precauciones, puesto que más de la mitad de todos los embarazos no son planificados.

Por ello, en nuestro país, a todas las mujeres controladas en consulta ginecológica se les hace la prueba analítica de ésta enfermedad desde el primer control, y si el resultado es dudoso, se repite la prueba.

¿Cómo se contrae?

La causa de la toxoplasmosis es un parásito llamado Toxoplasma gondii, un protozoo (organismo microscópico) con el que entre el 20-80 por ciento de la población, según zonas geográficas, ha estado en contacto

El toxoplasma se comporta como un parásito intracelular y tiene un ciclo evolutivo en el que los felinos, especialmente el gato, son huéspedes definitivos, y los humanos, mamíferos y aves son huéspedes intermedios.

Esto significa que sólo en el intestino de los felinos se cumple el ciclo que conduce a la formación de nuevos parásitos que se eliminan en las heces y que pueden resistir en el medio ambiente más de un año, con lo que pueden infectar a otros animales o al ser humano.

De esta forma, la manera más común de contraer esta infección parásita es mediante la exposición a excrementos de gato o al comer carnes crudas o poco cocidas contaminadas con el parásito.

Otras fuentes de infección son la leche cruda de cabra, los huevos crudos e insectos tales como moscas y cucarachas que pueden haber estado en contacto con los excrementos de un gato afectado.

¿Qué provoca este parásito?

Si bien suele ocurrir que la infección por este parásito transcurra sin apenas notarlo, en otras ocasiones la persona puede padecer algunos síntomas como ligera fiebre, malestar general, dolor de cabeza, dolores musculares y aumento del tamaño y dureza de los ganglios linfáticos del cuello, con aparición de dolor.

El período de incubación (libre de síntomas) de la toxoplasmosis es de entre 1 y 2 semanas, y una vez superada, la persona que la ha padecido no vuelve a sufrirla nunca más.

En el caso en que afecte a pacientes inmunodeprimidos, (SIDA, pacientes con cáncer en quimioterapia, etc), la enfermedad puede causar problemas más graves y afectar al cerebro, los ojos, el corazón, el pulmón, el corazón y el hígado.

Sin embargo, el problema más grave es el de la toxoplasmosis congénita.

¿Qué riesgos supone la toxoplasmosis para el bebé?

Cuando una mujer embarazada contrae toxoplasmosis por primera vez, existe un 40 por ciento de probabilidades de que transmita la infección a su feto.

Sin embargo, el riesgo y la gravedad de la infección del bebé dependen en parte del momento en que la madre contrae la infección.

Cuando una madre contrae la infección durante el primer trimestre del embarazo, el 15 por ciento de los fetos también se infecta, en comparación con el 30 por ciento durante el segundo trimestre y el 65 por ciento durante el tercero.

Sin embargo, cuanto más cerca del comienzo del embarazo ocurre la infección, más grave son las consecuencias para el feto.

En cuanto a las consecuencias de esta infección, cabe destacar que si bien hasta el 90 por ciento de los bebés infectados parecen normales en el momento de nacer, entre el 80 y el 90 por ciento desarrollan infecciones oculares peligrosas meses o años más tarde.

Asimismo, algunos bebés desarrollan pérdidas de la audición, hidrocefalia, retraso mental, problemas de aprendizaje o ataques de apoplejía.

También pueden aparecer anemia, ictericia, hepatoesplenomegalia (hígado y bazo agrandados), y erupciones cutáneas.

Además, la toxoplasmosis contraída durante el embarazo puede provocar un aborto espontáneo o el nacimiento de un feto muerto.

¿Existe tratamiento?

Debido a estas consecuencias, la toxoplasmosis es objeto de observación cuando se produce el embarazo y se realizan una serie de pruebas para ver si la embarazada la ha pasado, la tiene o no ha tenido contacto con esta enfermedad.

Si ya la ha padecido, está inmunizada y no hay riesgo para el bebé porque los anticuerpos de la madre lo protegen.

Si está infectada, tendrá que someterse a un tratamiento y habrá que averiguar si el feto también lo está. Y si no la ha pasado, deberá tomar ciertas precauciones para evitar contagiarse.

En el caso de que se confirme la infección activa de la madre, el paso siguiente es verificar si el feto también está infectado, lo que puede hacerse mediante pruebas prenatales como la amniocentesis y la ecografía.

Si se sospecha que el feto está infectado, se trata a la madre con dos medicamentos: pirimetamina y sulfadiazina, y si el feto aún no está infectado se trata a la madre con espiramicina.

A este respecto, el tiempo juega un papel fundamental y cuanto antes se trate a la madre, menos probabilidades tendrá el bebé de contraer los síntomas.

Asimismo, los neonatos y los bebés infectados deben de tratarse, incluidos los que nacen sin síntomas, con dos medicamentos: pirimetamina y sulfadiazina.

El tratamiento debe prolongarse durante todo el primer año de vida, y en ocasiones más tiempo.

Debido a la ausencia de síntomas, puede ocurrir que la mayoría de los bebés infectados no sean sometidos a tratamiento y, en ocasiones, la enfermedad no se detecta hasta que se presenta una infección ocular u otro problema meses o años después de nacer.

Para evitarlo se recomienda que a todo bebé nacido de madre diagnosticada de toxoplasmosis se le efectúen pruebas diagnósticas para comprobar si está infectado y, en este caso, comenzar el tratamiento.

Cómo prevenir la infección

Se ha comprobado que en algunos países desarrollados el 80 por ciento de las mujeres en edad fértil nunca han tenido toxoplasmosis.

Y si no se ha tenido contacto con la toxoplasmosis, y no hay anticuerpos circulantes, se puede adquirir la infección aguda durante la gestación. Por eso, la prevención es fundamental.

En este sentido, los expertos señalan una serie de normas higiénicas que toda mujer embarazada debe seguir, como son: lavarse las manos con jabón antes y después de toda manipulación de alimentos; procurar no tocarse los ojos, la nariz o la boca con las manos sucias; lavar y desinfectar los utensilios y las superficies que se hayan utilizado en la preparación de los alimentos; y limpiar y desinfectar regularmente la nevera.

Asimismo, en las comidas fuera de casa, se recomienda evitar los vegetales crudos, así como la carnes crudas o poco cocidas, ya que el toxoplasma muere a 72º, por lo que se requiere alcanzar esta temperatura en el interior del alimento.

El parásito también muere con la congelación a partir de -180º C, por lo que no es suficiente con la congelación casera de la carne, puesto que un congelador convencional alcanza únicamente los 18º bajo cero.

En cuanto a los embutidos y el jamón serrano, es aconsejable evitarlos si nos han sido cocinados.

También se recomienda pelar o lavar las verduras y frutas que se ingieran crudas con lejía apta para alimentos, aclarando bien bajo el chorro de agua para que se desprendan bien los quistes.

El gato es un foco de contaminación de la toxoplasmosis, por lo que no hay que dejar que salga a la calle.

Además, se recomienda que, si es posible, mientras esté embarazada, otra persona haga la limpieza de la caja del gato y cuide de él.

Asimismo, es recomendable utilizar guantes para jardinería y para toda manipulación de tierra y lavarse las manos después de la tarea, ya que es posible que algún gato haya depositado el parásito en el suelo.

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