El alimento es parte esencial del hombre y de todo ser viviente, sin él no podríamos subsistir; el sexo representa el elemento que nos permite reproducirnos y continuar como especie en el planeta, más allá del uso que podamos hacer del mismo como elemento de placer; ambos, alimentos (el comer) y el sexo pueden presentarse como hechos placenteros y pasatiempo de muchos o como simples actos mecánicos y biológicos, de todas formas en mayor o menor medida nos procuran placer, les guste o no a aquellas personas que por cuestiones religiosas ostentan que no sea así.
Para el psicoanálisis "sexual" no significa sólo genital, puesto que afirma una sexualidad consistente en la capacidad de experimentar placer erótico desde los primeros instantes de la vida acompañando una cantidad de actos destinados a la preservación, el crecimiento y la vinculación con otros seres humanos (por ejemplo el acto de amamantar o de recibir caricias de la madre).
En un principio la calidad pulsional de hambre coincide con la sexualidad y amor porque el pecho materno, su primer objeto, satisface a ambos.
Sucede sin embargo, que el niño no discrimina entre el objeto y su propio ser, por lo cual se satisface a sí mismo (autoerotismo) y se ama a sí mismo (narcisismo primario).
Luego frente a la evidencia de la independencia del objeto, su libido lo reconoce como ajeno y lo carga (esto es lo ama, lo necesita, etc.), abandonando al propio yo.
La unión libidinosa y el placer concomitante se realiza en el curso del desarrollo de acuerdo a la zona del cuerpo que va cobrando mayor importancia por la predeterminación biológica de sus funciones: primero la boca, luego la uretra, posteriormente los genitales tanto en el hombre como en la mujer culminan la línea.
Cada una de estas zonas llamadas erógenas, es fuente de placer, aunque todo el cuerpo puede serlo, y el ser humano adulto evolucionado las conserva como tales pero con el predominio de lo genital cuyo ejercicio proporciona la máxima satisfacción libidinal. (Tomado de Más allá del principio del placer de Sigmund Freud).
Bueno, comenzamos bien, a partir de lo que describe Freud nuestra primer experiencia placentera en la vida une alimentos y sexualidad, pero sigamos revisando los comportamientos de la humanidad:
Los antropólogos aceptan que, hace más de dos millones de años, los homínido ya se besaban, así como hoy y siempre se besaron los chimpancés, y que la costumbre deriva de la instintiva necesidad que sentían las mamás homínidas de masticar la comida hasta convertirla en papilla para alimentar a sus bebés.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario