sábado, marzo 01, 2014

Hipertensión arterial ¿una pandemia tan devastadora como el sida?



Aunque la respuesta para combatir la presión arterial alta o hipertensión es un poco mejor que la reacción ante el virus de la pandemia de VIH/sida hace 20 años, que fue escasa y tardía, según un estudio del "International Journal of Epidemiologyy", hay una "negación" y muchos malentendidos sobre el impacto de la hipertensión, a pesar de que el número de muertes atribuibles a esta condición a nivel mundial en los próximos 20 años puede exceder sustancialmente la cifra de la del VIH/sida.
Los expertos creen que ambas enfermedades pueden también ser tratadas y manejadas como enfermedades crónicas a través de un tratamiento farmacológico combinado y cambios de estilo de vida, pero los autores de este informe, expertos en política social, desarrollo internacional, salud pública y VIH, plantean que la hipertensión podría ser la nueva epidemia como lo fue el VIH. "Algunas lecciones aprendidas con el VIH podría ser valiosas para adoptar medidas para controlar la hipertensión. Sin embargo, hay pocos indicios de que están siendo tenidas en cuenta. Nuestra respuesta a la epidemia mundial de la hipertensión parece poco mejor que la que tuvimos frente al VIH/sida hace dos décadas: demasiado poco y demasiado tarde ¿Podemos despertarnos antes esta vez, antes de que millones de personas hayan muerto?", escriben en un artículo titulado "¿Es la hipertensión la nueva epidemia de VIH?".
El VIH es una de las principales prioridades de la salud mundial y una seria amenaza a la salud pública para muchos países en vías desarrollo. La hipertensión, a pesar de que se ve como una enfermedad de Occidente, más ligada a la riqueza, es también habitual en los países más pobres. Según Peter Lloyd-Sherlock, de la Universidad de East Anglia, y Shah Ebrahim y Heiner Grosskurth, de la Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical, en Reino Unido, el hecho de que la hipertensión es una enfermedad no transmisible y que sus factores asociados, como la obesidad, la falta de ejercicio físico y una dieta deficiente, hace que sea difícil convencer a los financiadores y los contribuyentes ayudar a las personas que "comen y fuman demasiado".


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